Historia >> Gavilanes en la Edad del Bronce



3. Gavilanes en la Edad del Bronce

Avanzando el segundo milenio a. de C., toda la Península Ibérica sufre una verdadera convulsión al lograr ciertos pueblos del Sur (cultura del Algar) y del Noroeste Atlántico, desarrollar una rica metalurgia del cobre. Los nuevos utensilios son ahora mucho menos pesados y más cortantes que los de la etapa anterior del Neolítico y Eneolítico, pero aun a pesar de las indudables ventajas, resultan blandos para ciertos usos.

Un gran avance se logra al mezclar cobre y estaño en ciertas proporciones. El hallazgo no puede ser más espectacular; ha nacido un nuevo metal: el bronce, que dará su nombre a toda una cultura que abarca en nuestra Península desde el año 2000 a. de C. hasta el 700 a. de C., dividida por los historiadores en Bronce Antiguo, Bronce Medio y Bronce Final.

En el anterior apartado habíamos dejado a nuestro «abuelete gavilaniense» del Eneolítico recorrer con su hacha de piedra pulimentada al hombro las serranías, montes y valles a la caza de animales salvajes. Ahora, el nuevo cazador/recolector, sin abandonar del todo sus útiles líticos, usa ya y se sirve del nuevo y revolucionario metal, el bronce, mucho más ligero, más cortante y, por ende, más eficaz para sus necesidades venatorias y guerreras.

En este momento, los antiguos habitantes del llano (mesolíticos, neolíticos y eneolíticos) se enriscan, como ya lo hicieran en el Paleolítico, para defender mejor sus cosechas y enseres, creando una próspera e incipiente cultura metalúrgica, añadiéndola a la antigua agrícola y pastoril. Y esto es así en Gavilanes, donde creo haber descubierto un pequeño hábitat en el llamado «el Cerro». De este lugar son los útiles y armas siguientes de mi colección. Una hermosa punta de lanza de bronce, nervio central muy acusado, aletas planas, tubo cónico abierto de arriba abajo con una muesca transversal para su sujeción (Fig. 1:1). Un puñal del mismo metal, foliáceo y doble filo (Fig. 1:2).




Un broncíneo brazal de arquero con dos orificios en los extremos por donde pasaría la tira de cuero que lo sujetaba al brazo (Fig. 1:3); y cuatro puntas de flecha, también de bronce, tipo palmela unas y otras con aletas con pedúnculo (Fig. 1:4 al 7), aparte de ciertas cerámicas tipo «Cogotas I».



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