7. Gavilanes en la Época musulmana Después de la batalla del Guadalete (711), derrotado el rey visigodo Rodericus, los musulmanes se desparraman por la Bética, conquistando sin apenas resistencia sus principales ciudades: Córdoba, Sevilla, Elvira, Málaga, Jaén, etc. Muza Ben Nusayr ocupa, en el verano del 713, la ciudad de Talavera, una vez conquistada Mérida, donde se le une su liberto Tariq Ben Ziyad al mando de un ejército de bereberes islamizados que, bajando por la ribera del Tajo, se avista con su jefe, encuentro que según las crónicas fue bastante violento, sólo apaciguado cuando Tariq ofrece al enojado Muza, ricos presentes y cuantioso botín capturado.Por lo tanto, es presumible que nuestra comarca viera por primera vez a los nuevos invasores aquel mismo verano del 713, pues ambos jefes, combinando sus fuerzas, parten en pleno invierno a la conquista de Avila, Salamanca, Alba de Tormes y otras plazas. Las crónicas narran que «cruzaron los puertos», pasos que no pueden ser otros que los puertos de Mijares, del Pico, del Verraco y Arrebatacapas. Unos cuarenta años después de estos sucesos, la frontera musulmana, perdidos los territorios al norte del Duero, se establece en la falda sur de Gredos, encuadrada en al-Andalus y en la cora o provincia de Esch Scharran, ya durante el emirato de Abd al-Rahman I (755-788). Nuestras tierras son repobladas en estos años por tribus bereberes norteafricanas de Nafza y Aylana, que ocuparían la fértil vega, creando una feraz y próspera industria hortelana de frutales y regadíos, atestiguado por los restos de varios molinos y almazaras hidráulicos de aquella época. Tengo localizados al menos dos de ellos: uno, de grandes dimensiones, cerca de la talfera de Marcial, donde hace cuarenta años aproximadamente, al extraer una de las muelas cónicas, sucedió el lamentable accidente que provocó la muerte del padre (q.e.p.d.) de José y Lauri; el segundo está localizado a unos 200 metros aguas arriba de la garganta de las Torres, en plenas huertas de la Ribera. Parte de los nuevos colonos ocuparían los lugares habitados por la población hispano-romano-visigoda en la falda de la sierra, dedicándose al pastoreo y ganadería. En los inicios de la conquista, es probable que los nuevos invasores convivieran en paz con la antigua comunidad cristiana e incluso que ésta los aceptara como liberadores del pesado yugo visigodo. No hay duda que, ya solos o mezclados, habitaron el antiguo asentamiento de Las Torres, atestiguado por el hallazgo de dos monedas árabes y una cazuela con pintura verde del estilo califal. Es por estas fechas cuando aparece por primera vez el topónimo de Gavilanes. Según don Jaime Oliver Asín, En torno a los orígenes de Castilla, su relación con los árabes y los bereberes, MCMLXXIV, pág. 71, dice: «Gavilanes puede ser un derivado gentilicio de los terminados en as, esu os, que proceden de nombres de tribus como Ailanes, los de la tribu de Aylana, pertenecientes a la confederación de los Masmüda.» Bien pudiera ser éste el viejo nombre de nuestro pueblo (no olvidemos que esta región fue repoblada y conquistada por las tribus de Nafza y Aylana) desde el comienzo de la invasión árabe. Juan Corominas, en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, dice: «Gavilanes, del germánico Gavi = nombre propio y Lans = genitivo de lugar.» Por lo tanto, traduciremos: GAVILANES = Del lugar de Gavi. (Gavi, dice ser nombre germánico-visigodo usado por mozárabes en época musulmana.) Así pues, cualquiera de las dos acepciones, la bereber o visigoda, para mí son completamente válidas y aceptables como el origen del topónimo Gavilanes. Su fundación con datos históricos fehacientes, tengo que confesar que hasta el siglo XIV no aparece ninguno, y es el primero en el famoso Libro de la Montería, del rey Alfonso XI, que narrando sus correrías venatorias por Gredos, dice: «La Pinosa de las Torres et los Gavilanes et la Centenera et el Encinar de Velasco Chico, es todo un monte et es bueno de oso en invierno et en verano.» (Volveré a hablar más detenidamente de este libro en apartados sucesivos.) También don Luis Pérez Martínez, que fue abogado de los Reales Consejos y corregidor de las cinco villas, escribe: «El lugar de Gavilanes es más antiguo que Pedro Bernardo y Mijares», y si Pedro Bernardo o Nava La Solana se repuebla en el 1140, ello quiere decir que nuestro pueblo ya existía como lugar antes de aquella fecha. Así, pues, desde el 713, en que hipotéticamente se fundara o repoblara Gavilanes, hasta el 1100, ya en plena reconquista cristiana, hay un gran vacío de casi tres siglos en los que la vida en nuestro pueblo es pura hipótesis histórica que sólo podría sacarnos de ella la arqueología. Siglos en los que nuestros antepasados verían pasar o tal vez fueran protagonistas de las algaradas islámicas que, a través del puerto de Mijares, raziaron los territorios cristianos del Norte, o a partir del siglo IX, los ejércitos leoneses invadir las tierras toledanas. Dicen las crónicas que durante estos siglos (IX y X) el Sistema Central es tierra de nadie, y ante las frecuentes incursiones de uno y otro bando, musulmanes y cristianos, queda completamente despoblado. Yo dudo que en tan largo período de tiempo, toda nuestra comarca estuviera vacía y me inclino a afirmar que nuestra sierra y valle estuvieron en estos siglos habitados y bien habitados, aunque tal vez sólo por pastores y ganaderos, porque si no, ¿a qué viene que en el año 1100, ante la imposibilidad de desalojar a los musulmanes de estos riscos, los cristianos toman la «sublime decisión» de incendiar por sus cuatro costados la sierra, hecho que se recuerda como «la gran Quema»?; porque si no estaba habitada, como afirman los cronistas, ¿a quién querían achicharrar en ella... ? ¿A los lobos, zorros y osos? Lo dudo. ¡Pues vaya «cremá» para tan poca cosa! O como decimos en mi pueblo, «Mucho ruido para tan pocas nueces». |
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